viernes, 30 de diciembre de 2011

La hora azul (Alonso Cueto)

La hora azul es la aspiración teleológica del hombre oprimido; el ser que sufre las injusticias y las desigualdades sociales. La hora azul es el instante de esperanza y consuelo anhelado por quienes han sufrido “los males” del terrorismo caudillista o el de la milicia gubernamental. El protagonista de la novela, Adrián Ormache, es un exitoso abogado que vive en un mundo de apariencias y mandatos decimonónicos. A partir de la muerte de su madre; sufrirá numerosos cambios que se agravarán cuando, repentinamente, su hermano mayor le revela los abusos cometidos por su padre como militar del gobierno peruano en Ayacucho. Este solía abusar de inocentes jovencitas y, luego de torturarlas, las mandaba asesinar. Esta práctica sanguinaria cambia cuando se enamora de una misteriosa prisionera que luego logra escapar.
A través de su lectura, el lector irá comprendiendo la superficialidad de una “sociedad opulenta”. Adrián comenzará una búsqueda incansable por encontrar a Miriam, la misteriosa prisionera que cautivó a su ya fallecido padre. En su indagación, no solo hallará el sentido real de las cosas que se esconde detrás de los fetichismos y los convencionalismos; descubrirá su propio ser, sus miedos, sus temores y sus más oscuros y terrenales deseos. Arriesgará su posición social y económica, su ejemplar y sólida familia y, sobre todo, se expondrá a enfrentarse consigo mismo en los terrenos de la nefasta maldad. Adrián Ormache encarnará la relación entre la existencia y la esencia; entenderá que la primera precede a la segunda, la cual se irá configurando sin principio ni fin, pues, en su búsqueda, el protagonista no solo busca a Miriam; también espera encontrar la hora azul.


martes, 13 de diciembre de 2011

Así se templo el acero (Nikolai Ostrovski)

El acero se forja con el prensado y con el elevado calor del fuego; se moldea con máquinas que lo transforman y lo hacen ser otro sin dejar de serlo… Así es como se forja el acero… así es templado. En la novela “Así se templo el acero” de Nikolai Ostrovski, el personaje central - Pavel Korchaguin (Pavka) -  es el acero en su estado prístino, es el ser que necesita pasar por un proceso de conversión que lo hará revelarse y rebelarse tal cual es: el héroe que lucha por la libertad de su patria. Pavka es forjado en el fragor de la lucha social, la revolución que busca la igualdad de todos, es decir, la búsqueda del paraíso terrenal. En esta novela épica se conjugan perfectamente la narración de acontecimientos históricos (la revolución de octubre) y la exploración del sentimiento más común en el hombre: el amor. Pavel es el niño de origen pobre y humilde que suele sufrir su condición, debe afrontar el trabajo y la explotación a los suyos y tiene que hacer frente a las diferencias de clase tan marcadas. Él se enamora de Tonia y ella se enamora de él, pero no pertenecen a la misma clase social; son distintos porque piensan distinto y aunque muchas cosas los acercan y pocas los separan, eso será suficiente para que Pavka decida renunciar al amor que ella representa por uno más universal: el amor por la humanidad. Esto último involucra dar su vida por la libertad de todos los pueblos. Esta novela posee matices autobiográficos con la heroica vida del escritor.


Todos los hombres son mortales (Simone de Beauvoir)

En “todos los hombres son mortales” “Simone de Beauvoir noveliza una de las aspiraciones más anheladas e imposibles de lograr por la humanidad: la inmortalidad. Raymundo Fosca es el hombre inmortal nacido en el siglo XIII y “condenado” a vivir por siempre. Fosca es el ser atemporal; el ente que no puede resistir vivir varias vidas, pues en cada una de ellas aprende a ser imperfecto, limitado, mortal. Raymundo experimenta el odio y el amor, la tristeza y la alegría,  la futilidad y la transcendencia; elementos que deben ser efímeros en la vida de cualquier ser humano, pero que en un inmortal se multiplican sin descanso. El hombre se suscribe a un solo tiempo y un solo espacio  en donde lo vivido se termina con la “bendita muerte” la cual nos permite enterrar la presencia del recuerdo sobre lo perdido, por eso, Raymundo necesita morir La mortalidad permite filosofar; ver el devenir del mundo y formular las grandes preguntas que configuran los enigmas del universo. Ser mortal nos permite apreciar, valorar y recordar cada momento de la vida porque sabemos que estos son irrepetibles. En un inmortal, los instantes de su vida son fútiles y  banales ya que él sabe que los volverá a vivir. Simone de Beauvoir condena a su personaje a la eternidad, lo castiga con la repetición de instantes que deberían no serlos… Raymundo Fosca prefiere dormir y no hablar con nadie puesto que sabe que en un nuevo contacto humano se da el penoso inicio de la trágica vida que se sumará a las ya vividas.


lunes, 12 de diciembre de 2011

Poemario "Sirena" de Rubén Aguilar

María Zambrano decía que “El poeta vive según la carne y más aún, dentro de ella”. La escritora española tenía razón porque la poesía representa en sí misma; la constante lucha del poeta con la carne. El orfebre de la palabra la penetra poco a poco y se hace poseedor de ella, mas esa posesión es falsa pues él se convierte en esclavo de los placeres que la carne despierta y se subyuga a los mandatos que esta le dicta. En ese juego terrenal donde “la locura del cuerpo” parece gobernar, aparece el amor como elemento redentor y establece la relación dialéctica entre el placer lujurioso y nefasto de “las cosas del cuerpo” y la atemporal necesidad del complemento y la dualidad universal. Estas dos cosas que son necesarias para definir el amor, las ha reflejado la poesía desde tiempos inmemoriales y las sigue reflejando hoy en la poesía de Rubén Aguilar.
Los poemas que conforman “Sirena” (divididos en dos partes) muestran esa alegoría al amor tan universal y tan común en nosotros los mortales: el amor por la amada, por la musa, por “la sirena” que nos atrapa con las redes de su cuerpo y que, con su mágica voz, nos endulza el alma y no excita el cuerpo. La poesía de Rubén Aguilar nos recrea un universo despoblado de seres inertes, un lugar donde solo la voz poética, la amada y el mar, hábitat de su sirena, son los protagonistas del edén que los versos recrea.
El lenguaje presenta la realidad y la literatura la recrea. El poemario “Sirena” nos permite, a través de la lectura de sus versos, recrear la realidad de lo ya vivido, lo ya soñado, pero que se seguirá multiplicando sin descanso en nuestra corta, aunque inmortal condición humana.